La 'jaula', el lugar donde habita el alma de Sítycleta

13 de mayo de 2018, 23:50


Hay que llegar hasta El Secadero y adentrarse en los interminables pasillos de la antigua fábrica de tabaco La Favorita para descubrir el corazón de la Sítycleta. Al fondo de una sus inmensas naves, en la que conviven varios camiones de bomberos, una guagua y piezas sueltas de un decorado de escenario de algún Carnaval, encontramos a la que se le conoce como la 'jaula', que es en realidad el taller del nuevo servicio de bicicletas públicas de Las Palmas de Gran Canaria. 


La 'jaula', el lugar donde habita el alma de Sítycleta


En medio de tanta inhóspita grandeza, la jaula aparenta ser más pequeña de lo que es en realidad. Sus 200 metros cuadrados están perfectamente distribuidos por zonas: mantenimiento, limpieza, repuestos, almacenaje… Todo siguiendo la línea estética de la moderna imagen corporativa de Sítycleta. 

Allí, al amparo de un potente foco, encontramos a Manolo Santana, el responsable de que todas y cada una de las sítycletas que diariamente circulan por la capital grancanaria estén en perfecto estado. Manolo es mecánico de bicicletas y es el único operario que lleva trabajando en el servicio púbico de bicicletas desde sus inicios, allá por 2008, cuando era Biciambiental.

Diez años de experiencia que le han permitido conocer de primera mano cómo ha sido la evolución del servicio de bicicletas públicas. "Antes todo el trabajo era muy manual", nos explica. Ahora, el sistema está totalmente informatizado, con unas bicicletas que presentan un alto componente electrónico. Una evolución a la que Manolo, junto al resto del equipo, ha sabido adaptarse, formándose y reciclando conocimientos.

Ahora, por ejemplo, cada bicicleta está identificada por un código QR en el que se almacena absolutamente toda la información sobre su estado. De este modo, cualquier incidencia en una bici queda registrada por los operarios de logística y, luego, Manolo solo tiene que escanear el código QR para saber exactamente la patología que presenta. "Aunque cada vez que me pongo con una bicicleta la revisión es total, este nuevo sistema me permite acceder a la ficha de la bici y conocer cualquier detalle que mis compañeros hayan detectado antes de traerla al taller".

Pero al margen de las incidencias puntuales, todas las sítycletas que ahora mismo están en uso pasan periódicamente por las expertas manos de Manolo

A lo largo de su jornada laboral, Manolo revisa entre 8 y 10 bicicletas. "Se comprueba que el ordenador funcione correctamente, la cerraduría, la tornillería, se comprueban los niveles de aire, se cambian las cámaras… En realidad son revisiones preventivas para evitar que se produzcan incidencias cuando estén siendo utilizadas por los usuarios".


Evolución en el modelo de gestión

Además de adaptarse a las nuevas tecnologías aplicadas al mundo de las 2 ruedas y los pedales, Manolo también ha tenido que ajustarse a las directrices de cada una de las empresas que a lo largo de esta década han gestionado el servicio público de bicis compartidas.

Las Coloradas, Jinámar, El Goro, calle Matías Padrón y, ahora, El Secadero. Manolo ha recorrido media Ciudad, y parte de Telde, siguiendo las distintas sedes de las empresas gestoras del servicio. Por eso, nadie mejor que él para explicar la diferencia entre la gestión privada que durante años tuvo este servicio y la gestión pública actual, que depende de la empresa municipal SAGULPA. "Antes, la preocupación era mantener el servicio con el mínimo coste posible, ahora lo que se quiere es ofrecer el mejor servicio posible". En otras palabras, la principal diferencia es el objetivo de la gestión: beneficios económicos frente a un servicio público de calidad


Trabajo, pasión… y Radio Las Palmas

Trabaja de 10.00 a 17.00 horas y, salvo los momentos puntuales en los que coincide con sus compañeros de logística, Manolo está solo durante toda su jornada laboral. Su única compañía es una pequeña radio que suena permanentemente de fondo y que desde hace años solo conoce el dial de Radio Las Palmas.

"Lo bueno de pasar tantas horas aquí dentro solo es que me permite tener una concentración absoluta en lo que estoy haciendo. No hay tiempo para los despistes". "Para estar aquí -prosigue Manolo- tienes que amar el mundo de las bicis y la movilidad. Es un trabajo que te tiene que gustar, y a mí me apasiona". 

Y esa pasión se nota, no solo en el brillo de sus ojos cuando explica su día a día en el taller. Basta con quedarse un ratito a un lado a observar cómo trabaja Manolo. La precisión casi matemática en cada acción, fruto sin duda de su veteranía, se conjuga con la delicadeza y el mimo que profesa a cada una de las bicis que pasan por sus manos.

Decía Confucio que si eliges un trabajo que te guste, no tendrás que trabajar nunca. Quizás por eso, Manolo es la única persona (o, al menos, la única que conozcamos) que se siente en libertad dentro de una jaula.


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